No sólo me animé a viajar sola, sino a ser improvisada al
mismo tiempo. Un combo algo explosivo, o mas bien, implosivo!
Lo improvisado del viaje era que llegaba a Auckland y llamaba a Mari, quién me diría si estaban en Auckland, Taupo, Paihia, o la luna! Llegué, no me pude comunicar, no había reservado hostel, tenía algún recuerdo de cómo llegar a la cuidad y evidentemente una cara de susto que el finlandés con quien compartí el avión se apiadó de mi y me ofreció ir en la combi que lo llevaba también a el hasta la cuidad. Recordé un hostel que había visto, una cadena de las más conocidas acá y donde estaba otro conocido (les presento, Tomás, amigo del novio de una amiga, que conocí en el mismo vuelo a Sydney). Y fui. Y llegué. Y no me gustó mi cuarto. Y no encontré a nadie…. Y ahí: implosión!!!
Esos momentos es donde digo: Quiero a mi mamaaaaa!!! ¿Quién me mando a meterme en esto? Y ahí, entre el poco wifi gratis que existe en el ¿primer mundo? y el ratoneo argentino por no pagar Internet (si nosotros tenemos en todos lados!) encontré una conexión, y algunos desvelados (claro, 16 horas es complicado). Gracias tía porque siempre estás! Gracias amor por ser mi cable a tierra!
Quise a mi mamá, no la encontré. Todavía no la encontré más que por mail y quiero!!! Entre la diferencia horaria y los no teléfonos, mi celular que no funciona y el no wifi free es complicado. Pero todo llega, tarde o temprano!!
El que busca encuentra, y mejor si lo hace con paciencia y tranquilidad. Y así fue, cambie la energía, volví al hostel y me encontré con Tomás, que no estaba solo. Y fuimos a comer con todos ellos: nigerianos, francés, argentinos. Un popurrí divertido.
No estuvo tan mal al final del día!
Rápido, al otro día, previo check out y comunicación con Mari y Álvaro, fui a sacar el pasaje a Taupo, cuidad donde me encontraría con ellos, y hacer los trámites del IRD (algo así como el CUIL) y la cuenta bancaria.
Casi casi pierdo el micro…
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